Los alpinistas podrían estar sufriendo un sutil daño cerebral cada vez que llegan a una cumbre, afirma un estudio.
La investigación, llevada a cabo en Italia, analizó el cerebro de algunos de los más importantes alpinistas antes y después de sus expediciones. Los resultados mostraron cambios en el tejido cerebral de los deportistas a pesar de que exteriormente no se vieron problemas neurológicos obvios, dicen los científicos en la Revista Europea de Neurología. La causa más probable, señalan los investigadores, es la falta de oxígeno que se experimenta en altas altitudes.
La investigación, llevada a cabo en Italia, analizó el cerebro de algunos de los más importantes alpinistas antes y después de sus expediciones. Los resultados mostraron cambios en el tejido cerebral de los deportistas a pesar de que exteriormente no se vieron problemas neurológicos obvios, dicen los científicos en la Revista Europea de Neurología. La causa más probable, señalan los investigadores, es la falta de oxígeno que se experimenta en altas altitudes.
El estudio apoya otro similar llevado a cabo en España y publicado en The American Journal of Medicine (Revista Estadounidense de Medicina), que encontró también lesiones cerebrales causadas a altitudes más bajas. "Este estudio confirma los datos de nuestra investigación sobre la atrofia que encontramos en una parte del cerebro de alpinistas expertos", dijo a BBC Ciencia el doctor Nicolás Fayed, uno de los autores del estudio. "Pero nosotros vimos también que se producían lesiones cerebrales más importantes en los alpinistas aficionados que en los profesionales. "Por ejemplo, dilataciones de vasos perforantes muy finos dentro del cerebro y que se cree pueden ser zonas de infarto cerebral", afirmó el científico.
Oxigeno
En la cumbre más alta del planeta, el Everest (con más de 8.000 metros de altura), se calcula que la concentración de oxígeno en el aire es sólo una tercera parte de la que se encuentra a nivel del mar. El estudio del Instituto de Investigación y Rehabilitación Neuromotora de la Fondazione Santa Lucia en Roma, fue llevado a cabo con nueve alpinistas hombres. Todos habían logrado la hazaña sin utilizar un abastecimiento adicional de oxígeno, una práctica frecuente entre los más importantes alpinistas.
Antes del viaje, los deportistas fueron sometidos a escáneres de resonancia magnética y se les hizo una revisión médica de enfermedades neurológicas. Y los resultados se compararon con los de otro grupo de alpinistas de la misma edad y el mismo sexo pero que no habían escalado más de 3.000 metros.
Durante su carrera, tres de los alpinistas llegaron a la cumbre de al menos una de las montañas de 8.800 metros.
Y el resto alcanzó altitudes de al menos 7.500, pasando más de 15 días sobre los 6.500 metros. Cuando los investigadores llevaron a cabo escáneres cerebrales de los alpinistas al regresar de sus expediciones, encontraron una disminución en la densidad y volumen del tejido cerebral en dos partes del cerebro. Éstas fueron el tracto piramidal izquierdo y la cisura de Rolando (o gyrus angular).
Sin embargo, esta reducción no mostró ningún impacto directo en la ejecución neurológica de los deportistas. Pero los resultados anormales de las pruebas de "antes" y "después" -afirman los científicos- podrían ser el resultado de un daño cerebral pequeño y progresivo causado por los repetidos viajes a las altas altitudes. Y el daño al parecer no sólo es causado en las altas cumbres.
Aficionados
El estudio llevado a cabo por el doctor Nicolás Fayed encontró lesiones también en alpinistas amateurs que no habían llegado a los 8.000 metros de altura. "Hemos visto que en sitios determinados del cerebro de los alpinistas dilataciones que en estudios recientes han sido relacionadas con infartos cerebrales", afirmó el doctor Fayed.
El experto y su equipo han llevado a cabo cuatro expediciones para analizar los efectos de la altitud en el cerebro de alpinistas: a Mont Blanc (4.800 metros), a Kilimanjaro (6.000 m), Aconcagua (6.962 m) y al Everest (8.800 m). "En todos los alpinistas que estudiamos vimos una discreta atrofia, como lo confirma el estudio italiano", explicó el médico. "Pero vimos que este tipo de lesiones aparecían incluso en el Mont Blanc, a 4.800 metros, quizás por la falta de aclimatación o quizás por el organismo propio de la persona", acotó. Y a pesar de que el cerebro es un órgano extraordinariamente resistente, tal como señala el doctor Fayed, no puede recuperarse de estas lesiones de alpinismo. ¨Hicimos un estudio tres años después con los pacientes que tenían las lesiones y hemos visto que éstas seguían allí, por lo cual son lesiones crónicas, que quedan de por vida", explicó el especialista. Sin duda el mensaje no será bien recibido por el creciente número de alpinistas que intentan ascender las cumbres del planeta en un deporte cada vez más popular.
Se calcula que unos 5.000 alpinistas ascienden las cumbres del Himalaya cada año, y miles más viajan a los Alpes y a los Andes con el mismo objetivo. Según el doctor Nicolás Fayed, "se les puede recomendar a los alpinistas que suban con oxígeno suplementario, aunque es algo que encuentran incómodo y prefieren no hacer. "Pero el problema más grave que veo es que el alpinismo se está convirtiendo en un deporte de aficionados, de personas que no están bien preparados ni tienen una buena formación física. "Y la mayoría no conocen las consecuencias que les pueden traer estas expediciones y como señalan estos estudios, por supuesto que pueden tener muchos problemas", subrayó el neurólogo.
Fuente: BBC
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