Muchas
veces escuchamos historias realmente nefastas sobre casos en nuestro país y en
el exterior donde rescatistas, bomberos, socorristas y hasta miembros de
fuerzas de seguridad y militar, han tenido que realizar una maniobra o acción
de extremo riesgo en contra de su voluntad. Claro está que en una estructura
verticalista profesional (sobre todo a nivel militar o fuerzas de seguridad),
el no acatar una orden no es admisible en la mayoría de los casos; sin embargo
pocos conocen verdaderamente los alcances de la ley marcial o militar o reglamentos
de una fuerza los cuales por lo general (en la mayoría de los países del mundo)
estipulan los fundamentos razonables para omitir una orden directa de un
superior.
La idea no
es negarse ante cualquier evento que nos desagrade, disguste o nos ponga
incomodos, ya que la naturaleza de nuestras actividades es lidiar con riesgos y
eventos desagradables, es por eso que como muchos suelen decir, ¨Es un trabajo
sucio, pero alguien tiene que hacerlo…¨ y como profesionales o voluntarios
todos estuvimos al tanto de las tareas que desempeñaríamos cuando nos unimos a
una unidad de este tipo y asumimos los riesgos inherentes de la actividad.
Existen
diferentes leyes federales o estatales en cada país que protegen al trabajador
sea cual fuere su actividad y por lo general estas reglas se encuentran
contenidas en el código o régimen laboral o bien en la legislación que compete
a la Salud y Seguridad Ocupacional. Muchas de estas leyes le dan al trabajador
el ¨derecho a rehusarse¨ o negarse a realizar una tarea o trabajo peligroso,
sin sufrir por ello represalia o acto disciplinario alguno. Esta es una
importante protección para el trabajador, pero también es una medida de ¨ultimo
recurso¨ que este tiene. Se espera de cualquier trabajador que el mismo tolere
algunos niveles de desconfort e inclusive dolor en algunos casos, donde el
derecho a rehusarse debe ser empleado por éste como ultimo recurso si existe un
peligro real o fundamento razonable contra su seguridad física fuera de los
¨riegos calculados¨ o márgenes de riesgo que cada actividad encierra.
Si bien
puede ser una decisión arbitraria, por lo general se debe tener un conocimiento
de causa sobre la actividad que uno realiza para poder aplicar este derecho y
poseer un ¨criterio profesional¨ para dilucidar cuando una tarea específica es
solo meramente poco confortable a cuando esta se torna en un peligro potencial
o directo para usted u otras personas a su alrededor. Aquí es donde la palabra
¨criterio¨ entra en juego y como nombraba anteriormente, el criterio se
adquiere con el conocimiento, la experiencia y la practica de una determinada actividad.
E escuchado
casos a lo largo de mi carrera, donde muchos salvaron sus vidas por milagro o
bien otros resultaron severamente heridos especialmente durante una practica de
rescate (más que durante una misión real) al acatar una orden la cual
claramente infería un riesgo mayor al estipulado por alguna razón o factor.
Como este artículo
se trata de rescate, no quiero entrar en terrenos castrenses donde por lo
general (y más aun en los casos de las fuerzas especiales), el ¨acto
patriótico¨ o acto de arrojo, es a veces una variable conocida por los
operadores y reconocida por la fuerza y el estado. En este caso, quiero
referirme a los innumerables casos a los cuales e asistido personalmente, donde
¨instructores¨ inescrupulosos o bien superiores o directivos han puesto la vida
de muchos rescatistas en juego durante entrenamientos o misiones.
Entonces,
cuando debemos rehusarnos a realizar una tarea? Lamentablemente la ley a veces
no es muy clara para responder esta inquietud ya que toma principios muy
generales para reusarse a una tarea específica, sin embargo tomamos estos
principios básicos como punto de partida en la generación de un criterio
unificador de ¨cuando¨ deberíamos renunciar a un acto específico:
Aspectos
legales: Legislación, códigos, etc. que prohíban cierto tipo de prácticas,
actividades o maniobras. También entran en este aspecto acciones que no estén
reglamentadas o prestablecidas en el reglamento de su unidad.
Arbitrariedad:
Negación individual por parte de un tercero o colectiva en la realización de
una acción determinada en la cual usted comparte las mismas razones y/o
criterio.
Desconocimiento
de Causa: Tarea en la cual usted no ha sido instruido, entrenado o no posee la
suficiente experiencia para realizarla.
Dirección/Directiva
inadecuada: Cuando su superior carece del conocimiento de causa o una tarea
especifica o bien cuando una orden le fue impartida y esta no ha sido clara o
bien directamente es confusa. Clarifique
este aspecto hasta entender la tarea que debe realizar y de no hacerlo o no
sentirse seguro en la misma, rehúsese a realizarla.
Criterio
personal: Cuando su experiencia y/o formación profesional le dan suficientes
razones para no realizar determinada maniobra.
Equipamiento:
Inadecuado, dañado, vencido, sin normalizar/certificado o menor rankeado para
determinado peso o fuerza para la tarea prevista.
Limitaciones
físicas: Sobrepeso, tamaño corporal, restricciones físicas, enfermedad, etc.
Peligros
foráneos: Peligros biológicos, químicos, radiológicos, animales o ambientales
los cuales se anexan a una misión de rescate y para los cuales no está usted preparado
o equipado para reducir o anular dicha amenaza.
En situaciones
donde podamos sentarnos y evaluar el panorama, es importante buscar y analizar
casos del pasado de otras unidades o de la experiencia de terceros para
justificar ciertas arbitrariedades. La mayoría de los profesionales se toman el
tiempo para analizar estos casos para inclinarse por una decisión o por lo
menos es lo que yo e aprendido en todos estos años. Claro esta que como
nombrase al inicio de este artículo, hay cosas a las cuales no podemos negarnos
aun siendo un peligro inherente. Un caso típico para ejemplificar esto, sería
el de un policía que se niega a patrullar un barrio peligroso porque este
podría ser asesinado. Si bien esto también es arbitrario, es aquí donde las
medidas de seguridad pueden aplicarse para reducir el riesgo de esta tarea (Ej.:
Enviando refuerzos, un compañero de tareas, mejor capacitación, una patrulla
con mejor protección balística, etc.). A lo que me refiero, es a la tarea en sí
a la cual se supone hemos sido entrenados y capacitados, pero ante todo nos
hemos ofrecido para tal a sabiendas de los riesgos de la misma.
El derecho
a reusarse se justifica solo cuando una tarea posee un riesgo real, no es
suficiente que meramente exista una disconformidad. El problema es establecer
cual es la línea entre disconformidad y peligro y establecer los limites
seguros para un trabajo especifico. En muchos casos, la simple reingeniería de
una tarea puede darnos una solución efectiva para continuar con el mismo.
Por ultimo,
he visto muchas veces en Latinoamérica que existe una escuela (al mejor estilo
militar Prusiano), donde se exige y se empuja a un cursante o bien a un
subalterno a realizar una tarea ¨porque yo lo digo!¨. En una cadena de mando (aun
en un equipo civil de rescate), muchas veces se deben acatar órdenes (sobre
todo durante una emergencia) en las cuales no se puede obtener más información
por razones de apuro u operatividad. En ese caso si usted encuentra una
disconformidad en algún punto, el Debriefing o Descompresión luego de una
misión es el terreno ideal para ahondar más en que sucedió, como se dió esa
orden y mejorar la comunicación en el futuro. Esto debería pasar en lo posible
durante los entrenamientos para no tener un corto circuito en el terreno real
durante una emergencia; pero a lo que me refiero es que una orden porque nos
desagrada la persona que la emana o porque nos ha parecido prepotente, algo
arbitraria o despótica, no puede ser una razón fundamentada para no acatarla.
Tenga mucho
cuidado cuando elije donde quiere realizar cursos, quienes los dictan, que
experiencia y credenciales poseen y cuando se una a un grupo de rescate u
organización. Individualice y conozca el currículo de sus miembros,
experiencias y casos de éxito como también fracasos para tener un panorama de
cual es el nivel del mismo.
El apuro o
la velocidad, solo se le puede exigir a una persona competente y con el debido
entrenamiento. No se deje llevar por el apuro de los demás o las presiones de
tipo ¨militar¨, las cuales han comprobado no ser útiles en la vida profesional
de un rescatista, excepto en operadores con experiencia y alto nivel educativo.
Como
siempre me suele pasar, creo que este tema da mucho para escribir al respecto,
pero la idea es despertar en el lector un modelo a seguir en su esquema de toma
de decisiones. No deje de leer estos artículos relacionados, los cuales seguramente serán de su interés:
Inst.
Facundo García
Capitán /
Comité Directivo
GOER –
Argentina
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